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Pulgas

   He pillado pulgas, pensaba que podían ser ácaros o piojos pero son pulgas. No es la primera vez que me pasa. Al principio me levantaba de la cama con una o dos picaduras en los pies pero conforme avanzaban los días estas iban en aumento y escalando por las piernas al mismo ritmo con que se reproducían a base de alimentarse con mi sangre. Es curioso que la pulga no pica una vez, lo hace tres veces, dejando un camino de picaduras, como si en su recorrido por la pierna marcara la ruta de regreso a su casa en el lugar más oscuro de los pies de la cama.     Mi  incredulidad y pereza hizo que cuando decidí acabar con ellas fuera demasiado tarde. Todo culpa en parte de no creerme que estuvieran colonizando primero mi cama y luego todo mi cuarto. El Imperio pulgano. El punto se inflexión fue el día que vi una saltando por el cuarto, sin miedo a ser vista y localizada. Hasta entonces solo se habían dedicado a los ataques nocturnos, desapareciendo por la mañana y ...

Ojos de besugo

                              Este cuento lo escribí poco antes de que comenzara el confinamiento como consecuencia del COVID-19 para el concurso de relatos de la Universidad de Jaén. A pesar de que no es muy bueno, no he querido retocarlo y lo he dejado tal como fue escrito durante una mañana de aburrimiento. El compañero del protagonista está basado en un muchacho de mi clase que hablaba más bien poco y me sacaba de los nervios. Casualmente, a los años, compartí prácticas con él en el archivo de la Universidad, pasando una situación parecida a la del protagonista. Todo muy irónico. No podía aguantar más esa mirada, me estaba consumiendo y lo tuve que hacer. No es que me justifique, pero si vieran esos ojos, esos ojos malditos de besugo, hubieran actuado igual que yo.  Todo comenzó con una muerte. Hace tres años, por mis problemas financieros, había aceptado el trabajo de guarda de un cortijo...